Y la informática entro en mi vida. (corría el año 1986)
Las generaciones actuales son esencialmente nativos tecnológicos, incluyendo lo que hace al uso de la conectividad e Internet.
Pero cuando yo tenía tan sólo once años, todo era muy diferente a lo que es ahora. Mi generación jugó con juguetes de metal y madera (en aquel entonces los fabricantes no se preocupaban mucho por catalogar los juguetes por edad o con normas de seguridad tan estrictas como las de ahora). Así que a los once años eso de la informática o computación era como algo casi salido de las películas de ciencia ficción. Hasta que llegaron ellas, las Home Computers. Si bien la Personal Computer (PC), ya había sido lanzada en los EE.UU, faltaría aún varios años para que en nuestro país llegara a las casas de forma masiva.
A mediados del ´86 empecé a pedirle a mis padres la posibilidad de comprar una computadora (muchos otros se inclinaban por las consolas de juegos de la época, como Atari). Había tenido oportunidad de jugar en la casa de un compañero del colegio varias horas a juegos como el Penetrator o el Manic Miner, pero sin lugar a dudas Raid Over Moscow se llevó toda mi atención. Quedé fascinado. Meses después terminaría comprándole su Timex Sinclair 2068, ya que él iba a cambiarse a una Commodore 64.
Muchas horas transcurrirían frente al televisor a color TV Drean de 14", (un clásico de CRT), al cual hubo que convertir a Bi-Norma para soportar NTSC, la norma de video nativa de la TS, mientras que en Argentina es de PAL-N (hoy todos los televisores son de multinorma automática). Cargar un juego era de usuarios pacientes (y no sólo un simple comando LOAD "") en promedio tardaban varios minutos (a veces se hacían eternos), y los mismos estaban en formato de cassette de audio. Un viejo grabador Ranser monoaural fue por ese entonces un compañero leal en la transferencia de datos (salvo cuando cada tanto se hacía necesaria una calibración del azimuth del cabezal).
A la TS la acompañaba un manual de su sistema operativo BASIC original en inglés. Me parecía gracioso ya que en las ilustraciones aparecía un personaje al mejor estilo Dilbert. También un manual en español (comprado tal vez por el dueño anterior), para nada ilustrado pero muy útil a la hora de aprender los comandos. Recuerdo haber escrito un poco más de doscientas líneas de programa para ejecutar un Juego del Ahorcado, y utilizarla para autocorregir los ejercicios de matemáticas de los primeros años de secundaria. Localmente había una revista electrónica (venía en cassette) de la cuál tuve un ejemplar, se llamaba RUN.
Ese fue el comienzo de mi relación con la Informática, algo que aún hoy continua.
Con mis hijos es diferente, para ellos la computadora e Internet ya estaban ahí.
M.A.V.
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